¿Cuál es la mejor opción ante una decisión difícil?
Imagina que estás corto de tiempo y debes tomar la decisión de cómo llegar a casa de tu amigo. Abres Waze y te da varias opciones. Debes llegar lo antes posible, por lo que eliges el camino más rápido. Pero digamos que es un día más tranquilo, igual tienes cosas que hacer, pero quieres tomar la calle hermosa llena de Guayacanes coloridos (un poco más largo) ¿cuál sería la mejor opción? ¿La que te ahorra tiempo o la que te permite disfrutar de la belleza de esos árboles?
La respuesta es que no hay una mejor opción, todo depende de cuál sea tu prioridad.
Nos enfrentamos a decisiones difíciles cuando no existe tal cosa como “la mejor opción” ; y sentimos que elegir es como tirar una moneda al aire, como si tuviéramos los ojos cerrados y sin tener la información suficiente. Entonces nos dejamos llevar por la decisión que parece menos arriesgada y más cómoda y no apreciamos la verdadera oportunidad de entender mejor quienes somos a través de esta decisión.
Cuando no hay “mejor o peor opción”, lo que está en cuestión somos nosotros y nuestros valores. La próxima vez que te encuentres frente a una decisión difícil y ansias la bolita mágica que te ayude a tomarla pregúntate: ¿Cual de estas opciones permite pararme con integridad?, siendo consistente con lo que creo, pienso, digo y siento.
¿Cuál es la mejor opción ante una decisión difícil?
Imagina que estás corto de tiempo y debes tomar la decisión de cómo llegar a casa de tu amigo. Abres Waze y te da varias opciones. Debes llegar lo antes posible, por lo que eliges el camino más rápido. Pero digamos que es un día más tranquilo, igual tienes cosas que hacer, pero quieres tomar la calle hermosa llena de Guayacanes coloridos (un poco más largo) ¿cuál sería la mejor opción? ¿La que te ahorra tiempo o la que te permite disfrutar de la belleza de esos árboles?
La respuesta es que no hay una mejor opción, todo depende de cuál sea tu prioridad.
Nos enfrentamos a decisiones difíciles cuando no existe tal cosa como “la mejor opción” ; y sentimos que elegir es como tirar una moneda al aire, como si tuviéramos los ojos cerrados y sin tener la información suficiente. Entonces nos dejamos llevar por la decisión que parece menos arriesgada y más cómoda y no apreciamos la verdadera oportunidad de entender mejor quienes somos a través de esta decisión.
Cuando no hay “mejor o peor opción”, lo que está en cuestión somos nosotros y nuestros valores. La próxima vez que te encuentres frente a una decisión difícil y ansias la bolita mágica que te ayude a tomarla pregúntate: ¿Cual de estas opciones permite pararme con integridad?, siendo consistente con lo que creo, pienso, digo y siento.