La mayoría de nosotros tenemos partes de nuestra forma de ser que nos avergüenzan. Una de esas puede ser el perfeccionismo.
Si me dices que el perfeccionismo no es tu caso y que amas absolutamente todo de ti, entonces o estás en un gran “denial” o quiero conocerte :).
Estos aspectos no tienen que ser necesariamente algo grave o super “dark”, pueden ser malas desiciones que hemos tomado, partes de nuestro carácter del que no estamos orgullosos.
El hecho de afrontar y re-apropiarnos de estos atributos es un proceso difícil, pero más difícil si eres un perfeccionista.
Los perfeccionistas suelen ser:
- Rígidos en su forma de pensar y muy autocríticos.
- Son personas que miden su valor a través de lo que logran hacer y hablan en términos de “tengo que”.
- Con muchas expectativas de sí mismos y de los demás.
- No quedan satisfechos con sus logros porque siempre creen que lo podrían haber hecho mejor, que se podrían haber preparado mejor, que podrían haber estudiado más y en términos de su crecimiento personal, que podrían haber dado algo mucho mejor de sí.
Escribo sobre este tema porque a pesar de ser muy relajada en varios aspectos de mi vida he sido muy perfeccionista y dura en otros y estoy en ese proceso de aceptarme y disfrutar quien soy en vez de sufrirlo.
He podido darme cuenta que para superar el perfeccionismo (digo superar ya que es algo que me ha limitado bastante) tenemos que empezar por reconocer que nuestras experiencias se producen en el momento perfecto y todas ellas tienen una intención positiva para nosotros.
La aceptación es el principal camino para dejar de juzgarnos. Hazte las siguientes preguntas:
¿Qué pasaría si te equivocas o haces algo incorrecto?
¿Qué pasaría si vieran una parte de ti que no es aceptable para ti?
“La imperfecciones no son insuficiencias; son recordatorios de que todos estamos en esto juntos”
Brene Brown